El sistema energético del Comahue, a pesar de su indiscutible potencia instalada y relevancia estratégica a nivel nacional, atraviesa una etapa crítica que obliga a repensar su futuro. Las principales represas de la región están llegando al final de su vida útil, y se avecinan decisiones clave sobre su operación, mantenimiento y propiedad.
⏳ Concesiones próximas a vencer
Las concesiones de las centrales hidroeléctricas más importantes de la región vencen en el período comprendido entre 2023 y 2029. Esta situación presenta una oportunidad histórica para redefinir el modelo de gestión energética en el país, pero también plantea múltiples desafíos técnicos, económicos y políticos.
⚠️ Infraestructura envejecida
Las principales represas del Comahue fueron construidas hace décadas. Hoy requieren inversiones millonarias para su renovación y modernización, tanto en equipos como en estructuras. Sin un plan integral de actualización, el sistema corre el riesgo de degradarse, reduciendo su eficiencia y seguridad operativa.
🌀 Cambio de manos sin transformación
Uno de los principales riesgos identificados es que el mero traspaso de las concesiones a nuevos operadores (ya sean públicos o privados) no garantiza una transformación real del sistema. El simple cambio de gerencia, sin una política integral de desarrollo, no impacta ni en la oferta ni en la demanda energética, ni tampoco en los objetivos de soberanía o sustentabilidad.
📉 Falta de impacto en la soberanía energética
El reemplazo de un concesionario por otro no genera soberanía por sí mismo, ya que no altera las condiciones estructurales de la matriz energética ni distribuye mejor los beneficios entre la población. Para que haya verdadera soberanía, se necesita un proyecto nacional que vincule la gestión de los recursos con el desarrollo productivo y social.
🧠 Capital técnico desaprovechado
Los actuales concesionarios han desarrollado valiosas capacidades técnicas y de gestión en el manejo de las centrales. Estas habilidades podrían perderse o no ser aprovechadas si no se integran a un plan mayor de desarrollo. Son activos intangibles que deberían ponerse al servicio de una visión de país, y no diluirse en el proceso de recambio contractual.
El diagnóstico es claro: el modelo actual necesita ser reformulado. No alcanza con renovar contratos ni cambiar actores. Hace falta una estrategia integral de transición energética, que articule modernización, soberanía, eficiencia y desarrollo regional. El Comahue tiene todo para liderar ese proceso, pero depende de las decisiones que se tomen hoy.




